¿Dictar o subordinarse? ¿Asalariado o FreeLancer?
Quizás más de una vez nos hayamos encontrados todos en un cuestionamiento tal como este: “Mi vida… ¿detrás de un escritorio, bajo el mando de ejecutivos? ¿O mejor manejo yo mismo mi propio norte?”. Hay una pequeña franja que se denota y separa lo que se encuentra entre lo que pensamos o deseamos, y lo que hacemos.
Hoy día, tenemos a nuestra disposición un millar de herramientas para hacer de nuestras ideas, el futuro. Aunque a menudo, solo nos detiene el miedo. Es importante en nuestra búsqueda, evitar tantas cosas, como la procrastinación, que es posiblemente el peor de los hábitos que podemos contraer o poseer al momento de embarcarnos en este tipo de aventura.
Para ser hábiles y conseguir las metas que deseamos obtener, nuestras primeras consideraciones deben ser enfocadas en las siguientes preguntas:
- ¿Qué quiero hacer?
- ¿Cuáles son mis metas?
Planeación, organización, ejecución y control
El planteamiento de lo anterior nace por la necesidad de mantener el sencillo orden que plantea el proceso administrativo, comúnmente denominado en las 4 siguientes funciones fundamentales: Planeación, Organización, Ejecución y Control.
No debemos considerarnos del todo perdidos en un abismo sin fin, sino alcanzamos a tener grandes ideas, usualmente, una pequeña innovación en algo que existe, es más que suficiente. Más allá de esto, si no nos consideramos unos genios o científicos locos, podemos optar por cubrir un mercado ampliamente exigente, como lo puedo ser el negocio de la telefonía móvil.
Si deseamos una razón, solo debemos tener en mente que hay a diario constantes actualizaciones, en los que gran parte de la población actual desea participar.
Veremos que hay una gran cantidad de página web comerciando celulares de gama alta, a precios increíblemente buenos, que podemos aprovechar para invadir estruendosamente un pequeño segmento del mercado.
En algunos casos no contaremos con un excesivo capital a invertir, ya que es imposible controlar del todo nuestras finanzas o simplemente no tenemos la suerte que algunos otros sí. Sin embargo, esto no tiene que representar una preocupación para nadie, actualmente no solo las constantes modificaciones de electrónica son especialmente llamativas para las personas.
Usualmente encontraremos accesorios que son del agrado de casi cualquiera, y en una variedad que pocos podrán rechazar. Y, seamos francos con nosotros mismos y respondamos a esta pregunta con toda seriedad:
¿Cuántas personas no querrían tener un ratón con 7 diferentes luces LED que cambian aleatoriamente?
Siendo serios, muchas personas no tienen una necesidad que cubrir, pero parte de la siguiente consideración a tener en cuenta es:
¿Estoy siguiendo la estrategia adecuada?
Caso práctico
Pongamos que, como un supuesto, yo soy el dueño de una pizzería y a todos alrededor les encanta la pizza.
Ahora bien, ¿necesitas comprarme la pizza a mí? Hay muchas recetas en todas partes.
Pues yo diría que SÍ, nadie hace la pizza como yo y además, si no te gusta la pizza que te prepararé, que de hecho será como cortesía de la casa si es así, puedes simplemente retirarte sin ningún compromiso.
¿Te parece que quizá yo tenga la fórmula secreta de las súper pizzas como para estar tan seguro de hacer eso?
Posiblemente sí, pero ¿y si no? Logré atraer a un potencial cliente, que al terminar, otro día traerá amigos, ya que mucha gente ama mi pizza y es un establecimiento genial.
Eso se llama vender el producto y ofrecer una excelente imagen de compañía u organización. Tú pudiste preparar tu propia pizza siempre y nadie te habría detenido. Pero no cualquiera se perdería eso. Pasa lo mismo con casi todo. ¿Habrá un ratón más barato que ese? Seguramente. ¿Lo necesito? Quizá no. Pero… ¿quién tiene uno que si quiera se vea la mitad de bien que ése? Allí creas una necesidad, aun siendo una superficial, hiciste que alguien desee algo.
Marca una estrategia y analiza la rentabilidad
El deseo genera una duda sobre la certeza, y muchas veces, lo primero se convierte en poder de decisión. Pero eso lo determinarás tú, tus estrategias te guiarán hacia dónde quieras ir y el timón lo tomas en el momento en que las aplicas. Además de ello, considero que un buen vendedor podría venderle auriculares a un sordo, aunque no venga al caso.
Ahora bien, es elemental ser un tanto observadores en otros puntos, como las finanzas y presupuestos. Una vez oí de alguien que el mejor de todos, jamás llegaría lejos si no tiene en cuenta sus movimientos cotidianos; la entrada y salida de dinero. Esto podemos resumirlo en muy pocas palabras así: “si el gasto es mayor que el ingreso, la inversión no es rentable. Si el ingreso equipara los costos y gastos, puedes permitírtelo por un muy corto periodo de tiempo antes de despegar”.
No es esencial obtener ganancias de buenas a primeras, pero debemos saber diferenciar el punto cero y lo que no nos conviene. Podemos cuidarnos de todo esto haciendo cálculos con pocas complicaciones con una fórmula improvisada, con ejemplos, tal como esta:
a) Costos (inversión recuperable): 100 € por cada persona
b) Gastos (inversión no recuperable, como publicidad y propaganda): 3€
c) Pérdidas (que deben ser fijadas por porcentaje, en base a la rentabilidad del negocio): 5 %
a) Segmento del mercado a abarcar (cantidad de personas en un área demográfica a quienes dirijo mi negocio): 300 personas (tomaremos un 66% de la población para evitar pérdidas exageradas, por lo tanto, serán 198 personas).
d) Precio de venta (costo + margen de ganancia): 135€ (a + 350€)
Y básicamente se hará de la siguiente forma:
Costos x segmento del mercado= inversión total (100€ X 198 = 19.800€)
Inversión total x pérdidas= pérdida total esperada (19.800€ X 5% = 990€)
Precio de venta x segmento del mercado= utilidad esperada (135 X 198 = 26.730€)
Inversión total + pérdida total esperada + gastos = total negativo calculado (19.800€ + 990€ + 3€ = 20.793€)
Utilidad esperada – total negativo calculado = total utilidad esperada (26.730€ – 20793€ = 5937€)
Con esto, se puede considerar que tienes lo suficiente como para emprender desde ahora. ¡Escoge!